En 2002, salí de un evento de transformación sintiéndome invencible. En el vuelo de regreso, un inglés con pánico a volar empezó a sudar como si estuviera en una sauna. Le dije: «Puedo ayudarte.» Le solté la técnica definitiva: «Agárrate los huevos y repite: ‘El miedo me va a tocar los cojones’.» Primero lo dijo bajito, luego más fuerte… y terminó riéndose como un loco. El pánico desapareció. Ese día entendí que la motivación no sirve de nada sin acción. En XYZ, te cuento lo que nadie quiere que sepas: «X» lo que desconoces, «Y» la decisión, «Z» la transformación real. Esto recién empieza.